Batalla Elemental: Ian vs Phineas

El día había pasado lentamente, tan lentamente que Phineas llego a pensar que el tiempo no transcurría de manera natural. Suspiros iban y venían de sus finos labios mientras su mirada se perdía en la nada; en su interior repasaba los conocimientos que adquirió en su última lectura sobre una de las guerras de la humanidad; le resultaba increíble como las personas teniendo todo para llevar sus vidas de manera cómoda y feliz se dedicaran a expandir su avaricia para conseguir más de lo que podían tener. Nunca los entendería, por eso estaba convencida de que el castigo por uno u otro dios estaba más que justificado.

La brisa entro por la ventana de la habitación del Ángel Caído, una habitación situada en el Inframundo que fue dada a ella después de que descendiera con su Akra para servir a Lucifer. La suave corriente la envolvió haciendo volar su larga cabellera de color aguamarina. El aire no llevaba la sensación de muerte que reinaba en la zona, era un aura muy distinta… como si del mar se tratase. Sus pies la llevaron hasta la abertura, dirigiendo sus orbes hacia el horizonte.

- ¿Qué? ¿qué? ¿Qué sucede? –

Se pregunto internamente mientras no entendía esa sensación acuática que la rodeaba. Por un segundo le recordó a las leyendas de hermosas criaturas marinas que atraían embarcaciones para luego hacerlas chocar contra las rocas. Pero no era lógico, no estaba ni remotamente cerca del océano para que una hija de Poseidón pudiese llamarla de esa forma. Por su naturaleza, no se quedaría con la duda de averiguar que sucedía, por lo que salió de la recamara siguiendo la sensación que hasta cierto punto la incomodaba.

El delicado ángel camino por el territorio de Hades, topándose con almas y espectros pero nunca con lo que parecía llamarla. Estaba a punto de darse por vencida cuando se vio en un área al que jamás había accedido. Estaba lejos de cualquier prisión y el poder ahí parecía se mucho mayor que cualquiera que se sintiera por todo el Inframundo.

- ¿Dónde, dónde me encuentro en este momento? – musito con su suave hilo de voz como si en vez de hablar estuviese cantando.

A Phineas no le importaba si andaba caminando por un lugar prohibido por lo que no se detuvo cuando sintió que la presión salada era mucho más fuerte con cada paso. Llevo sus manos a la espalda mientras cambiaba sus pasos por pequeños e infantiles saltitos mientras tatareaba una canción que había escuchado de unos niños la última vez que fue a la tierra con Helena. El ángel no era tonto aunque lo pareciera con sus gestos, le basto varios segundos para darse cuenta que estaba en la zona a la cual todos los dioses griegos temían, la prisión de los Titanes. Entonces llego a una acertada conclusión, uno de los titanes la estaba llamando ¿Qué quería de ella? No lo sabía pero estaba a punto de averiguarlo.

- De muchos, de pocos todos son poderosos. Titán, titán cuyo sonido hace recordar al mar; no puedes ocultarte de mí más. ¿Qué buscas, que buscas con esta llamada? Espero sea algo fantástico para que mi venida ameritara – pregunto con su hilo maravilloso de voz que más que hablar parecía que cantara.

En las profundidades del Inframundo, ahí era donde se encontraba Phineas quien había dejado su habitación en el templo de Hades para seguir aquel llamado que de la nada llego hasta ella, un llamado que había despertado su curiosidad por las extrañas características que poseía; la que mas excitaba sus sentidos era el olor a mar que penetraba sus fosas nasales haciéndola recordar dicha concentración de agua salada. ¿Cuándo fue la última vez que visito una playa? No lo recordaba, no salía visitar el mundo de los humanos ya que estos no contaban con su agrado pero aun así la sensación de sentirse cerca del mar le gustaba, le gustaba y mucho.

Con sus manos aun detrás de su espalda como si de una niñita se tratase esperaba que su pregunta fuera respondida por la presencia que la atrajo a la alejada zona. Muchos antes de llegar se había dado cuenta de que se trataba de un Titán quien la conducía hacia su prisión, prisión donde fueron encerrados por el actual Rey del Olimpo, Zeus. A la de cabellera aguamarina le resulto interesante y curiosa que un ser de semejante antecedentes la guiara hasta él. ¿Qué pretendía? ¿Qué podría sacar de ese encuentro? Phineas no lo sabía, pero aprovecharía al máximo el intercambio de palabras para absorber tantos conocimientos como le fueran posibles.

Sus labios formaron una perfecta “o” al escuchar la respuesta del Titán; una respuesta que jamás fuera imaginado y mucho menos concebido de una existencia que se hallaba encarcelado desde tantos milenios, sin embargo lo que más la sorprendió fue que supiera su nombre, aunque bien sabia que habían muchas formas para que él lo supiese después de todo bastante tiempo pasaba en los dominios de Hades por la simpatía de su Madre Helena con su Tío, el rey del inframundo.

- Esperando mi llegada dices que te encuentras, que curiosa presentación y excusas has dado hoy. Confundido de Ángel estas, porque mi corazón de alguien mas ya es y no recuerdo que seas tú ese ser –

Respondió haciendo gala de aquella voz que asemejaba un canto, un dulce y agradable canto de sirena, después de todo era un Ángel, caído si pero ángel al fin y al cabo y por naturaleza representaba la belleza y la gracia de almas realmente puras. Phineas llevo su mano derecha a la mejilla del mismo lado, inclinando algunos grados su cabeza. Veía detalladamente la figura que se había formado delante del muro que contenía a los terribles titanes. Se trataba de un joven realmente apuesto, y de profundos ojos que le recordaban a un torrente. ¿Qué ángel habría robado su corazón para que la buscara en cualquier otro de su “especie” como lo hacía ahora con Phineas?

- Yarè, yarè… un ángel ha roto tu corazón y ahora conmigo pretendes unirlo. Es gracioso para de un tintan venir. Esperaba ciertamente otra cosa pero ya que aquí estoy juguemos un rato para mi diversión… - dijo al tiempo que su energía se elevaba y enderezaba su cabeza - Inocuo Lapso – sentencio elevando sus brazos y por ende sus manos hacia arriba, luego empezó a recitar un conjuro en un idioma muy extraño mientras símbolos aparecían en su cuerpo siendo visibles en las zonas donde su ropa no la cubría. Al bajar sus brazos los escritos descendieron hasta llegar al suelo e ir vertiginosamente hacia su rival. A mitad de camino fueron tragados por el suelo haciendo surgir de este cadáveres que se lanzaron contra el Titán.

El hermoso rostro de aquel ángel caído hizo estremecer al titan que se encontraba tras la puerta del Tártaro. Mas las palabras que esta formuló, deshicieron el embrujo y el amor que le ser enjaulado había guardado hacía ya mucho tiempo. Cierto era que en cada aparición debía lidiar con aquella sensación, pero jamás había soportado que aquella muer negara lo que tanto tiempo habían llevado a cabo. Sin oponerse al ataque, el titan lo recibió de lleno y a pesar de ser una mera ilusión, el daño era transferido al cuerpo físico situado aún en el Tártaro.

A pesar del daño causado por aquella increíble técnica nigromantica, el titan seguía empeñado en demostrar que no mentía. El cuerpo "astral" de la deidad titanica mostraba los daños causados por la técnica. Con paso lento, el titan dio un par de pasos hasta situarse a poco mas de un metro de Phineas.

-Dices no ser tu mi amada...pero, lo que no recuerdas es que esas mismas palabras han salido de tus labios varias veces, sin embargo, todas ellas has vuelto a mis brazos y todas ellas hemos luchado por el mundo que creíamos perfecto...no creo que tu corazón este ocupado, pues debo ser yo quien lo ocupe ya que tu has ocupado el mío prácticamente toda la eternidad... Sin embargo, esta vez has levantado tu mano contra mí..aunque mi amor sea tan fuerte...si quiere lucha, sera lo que obtengas...

Ian agachó la cabeza desilusionado, con tranquilidad elevó su brazo hacia el oscuro firmamento mientras su energía se concentraba a su alrededor.

-Rey Minos, señor juzgado por aquel que controla las aguas, juzga a este ser con tu poder para conseguir el juicio que me satisfaga...que tu regreso al mundo que te vio morir sea para beneficio de los titanes y vaya en contra de aquellos que osen dañarnos de cualquier manera...

Clavando sus orbes verdes en su amada, Ian esbozo una sonrisa de pura tristeza.

-Phineas, saluda a aquellos cuya vida les fue arrebatada por tus manos en épocas anteriores....saluda a aquellos que asesinaste por amor...

La energía rojiza de Phineas la cubrió, haciendo que su técnica diera inicio. Una ofensiva que llevaba series de pasos para ser ejecutada sin embargo el resultado final siempre era grandioso, por lo menos para ella ya que para su rival solo heridas graves dejaría. Los símbolos que aparecieron en su piel bajaron hasta el suelo para luego dirigirse hacia su rival de turno, el Titan Oceánico, o bueno la proyección de él a través del muro que lo aprisionaba. A mitad de camino desaparecieron en la tierra para luego dejar salir cadáveres de personas que habían muerto cerca, estos zombies saltaron sobre Ian causándole varias heridas.

- ¿Por qué no se defiende? –

Se pregunto internamente el ángel que veía como su técnica impactaba de lleno en aquel bello hombre. No lo entendía, si era un Titan significaba que su poder iba mucho mas allá de su imaginación entonces ¿Por qué no se defendió? Phineas no sabía pero unía poco a poco toda la información que este en sus elocuciones le había dado. ¿Acaso él de verdad creía que ella era su amada? ¡Imposible! Ella nunca lo había visto, nunca había escuchado esa voz, simplemente jamás había tenido algún tipo de contacto con esa existencia y mucho menos romántica, seguramente lo recordaría ¿no?

Los orbes color aguamarina de la joven se fijaron en el cuerpo “astral” de quien la había llamado, este acortaba la distancia entre ambos; Phineas no retrocedió, no le tenia miedo por lo que solo lo observaba tratando de descifrar por sus gestos mas sobre él. El ojiazul se detuvo a casi un metro comenzando a relatar su verdad. ¿Las mismas palabras varias veces? ¿Siempre regresando a sus brazos? ¿Ocupando su corazón eternamente? Sus palabras parecían ser tan claras, tan serias… que en realidad daba la sensación de ser verdad lo que relataba… pero eso era imposible, ella lo recordaría.

- No parece mentir…-

Pensó sin dejar de mirarlo. Cuando sus vocablos concluyeron lo vio agachar su cabeza, acción que le provoco algo de culpa; ya que él había estado encerrado por casi toda una eternidad en el tártaro y quizás lo único que lo hacia vivir cada día era el retorno de su amado ángel sin embargo parecía estar tan ansioso que la veía en ella, ese era su error y del cual Phineas lo sacaría. Antes de poder decir algo, el Titan la ataco. Había invocado un personaje mitológico. Ese ser lanzo sobre el ángel almas venidas del mismísimo infierno, intento evitarlas pero fue en vano. Un suave grito de dolor dejo sus labios al contacto con la nigromancia. Podía sentir como su interior se estremecía.

- Proclamas que soy tu amada, pero me atacas de forma tan cruel; Si así la tratabas no me extraña que huyera de ti… - comento con tono burlón para dedicarle una sonrisa de la misma categoría - Voz De La Muerte – proclamo haciendo elevar su cosmos mientras llevaba sus manos a su pecho y las unía. Cerró sus ojos, e inclino su cabeza algunos grados hacia atrás, su cuerpo mantenía una postura perfecta. Cuando estuvo lista empezó a recitar un poema, que parecía una melodiosa y hermosa canción; combinada con su dulce voz la volvían irresistible para cualquier oído. A mitad de su poema inicio el verdadero ataque, basado en la nigromancia.



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HP: 45-9: 36

El cosmos color aguamarina rodeaba a Phineas al tiempo que con su melodiosa voz hacia surgir cadáveres del suelo mientras parecía que con sus orbes cerrados los dirigía sin necesidad de mas nada que su recital. Las consecuencias de su arremetida no se dejaran esperar, causando daño en su contrincante, que en ningún momento parecía emitir sonido que demostrara malestar, a pesar del dolor que seguro estaba sintiendo. Cuando el ángel abrió de nuevo sus orbes, lo visualizo, estaba un poco más gastado debido a la ofensiva pero había algo más… sus ojos denotaban dolor por el ataque que acababa de recibir; como sino pudiese creer que lo estuviese atacando.

- ¿Qué sucede? ¿Por qué se aferra tanto a esa idea? –

Se preguntaba internamente la joven mientras separaba las manos de su pecho y recorría con su mirada el cuerpo astral del Titan. Grandes ojos azules, pálida piel y una presencia que inspiraba tanto terror como ternura, sobre todo por sus comentarios hacia aquella amada que parecía ver en Phineas. ¿Qué situación tan extrañamente particular? Si, si lo era; lo que causo cierta curiosidad inofensiva en ella… y miles de preguntas y posibles escenarios se empezaron a tejer en su mente.

Antes de poder reaccionar o mínimo salir de sus pensamientos, el ataque del Titan se abrió paso. Al instante Phineas supo que se trataba de uno mental; odiaba ese tipo de arremetidas ya que no había mas que apreciara que su lucidez. Phineas se quedo inmóvil viendo su muerte; se ahogaba mientras su rostro empalidecía y algunas gotas de sudor se hacían presentes. Su respiración se agito mientras en su interior, en su mente, se quedaba sin aire y empezaba a ahogarse. Cuando todo acabo sus ojos volvieron a la realidad, pero quedo aun mas impactada al encontrarse con el causante de su pesadilla a poco centímetros de ella.

- ¿No te entiendo? – comento encogiéndose de hombros – No te he visto jamás, como podría amarte, como podría ser aquel ángel al que esperas… - le susurro suavemente mientras clavaba de forma cariñosa sus orbes en los de él – ¿Quieres que te lo demuestre? Lo haré – le dijo mientras se acercaba a su rostro, cuando estuvo demasiado cerca como para que su respiración la sintiera en su piel - Ofrenda Terrenal – pronuncio para luego dar inicio a su técnica que atrapo por completo al Titan.


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HP: 36-9: 27

Ofrenda Terrenal: